Apr 5, 2010

evanescencia


No puedo comprender cómo, pero se va yendo. Desaparece un poquito más, cada segundo. No puedo detener el proceso, porque no lo entiendo. No es cosa de escuchar de nuevo lo escuchado, no parece surtir ningún efecto el recordarlo. Pero no soy ésa, no sé cómo lo fui, cómo ese par de días me pareció lo más natural, lo que siempre había sido, lo que siempre debió ser. Pero no siguió siendo. Me voy tornando lo que fui antes de ello, el miedo y la desconfianza van retomando su terreno. Pero, ¿miedo a qué?, ¿no en ese momento me fue claro que el miedo estaba infundado? Está infundado, pero opera por sí sólo. Es miedo a descubrir que he hecho el miedo más fuerte que yo. Y ese camino es muy oscuro... No quiero regresar a ese lugar, cuando me parecía que la tristeza era cool y que la melancolía por lo que nunca fue era lo único honesto qué sentir. Tengo que vencerme, tengo que dejarme salir, tengo que dejar de pensar, tengo que retirar el filtro. ¡A la mierda con el miedo! Hay una vía, quizá: el arte. Escribir, pintar, ¿tal vez bailar? Hubo un tiempo en que escribí, pinté y bailé como si fueran lo único que daba sentido a la vida. ¿En qué momento decidí cercenar esa naturaleza?, ¿por qué no puedo volver a ella voluntariamente? ¿De qué tengo tanto miedo? Ya había olvidado cómo se sienten las ganas de llorar.

1 comment:

  1. No es lo que me temía. Me siento de nuevo bien y sabia. Lo aprendido no ha sido olvidado. Fue un lapsus de estrógenos que me llevaron, sin solicitarlo ni poderlo cambiar, al rincón de tristeza que tiempo atrás no era lo extraño, sino lo común. Desde hace poco, y cada vez más, lo común es sentirme bien, y lo extraño es visitar ese oscuro rincón. Soy feliz.

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