Sep 9, 2010

exorcismo de deseo


(No voy a pensar
en lo que escribo.
Voy a escribirlo así,
como salga.
No voy a pensar
en quién lo lea.
Voy a exorcisar
este deseo.)

Decide abrazarme al alba. Abrázame fuerte, con deseo, ya estoy esperando, aunque esté dormida. Búscame silencioso y anónimo, sin importar tampoco quién yo sea. Qué suceda lo que sea que sea, sin que seamos "tú y yo" en escena. Dime buenos días cientos de veces. Dame un beso amoroso, interesado, y espera entonces mi respuesta.

Pregunta cómo estoy, qué estoy pensando. Si he dejado de ser presa de mi mente. Dime si quién soy tiene sentido. Si me siento bien contigo. Si ya entiendo más o menos tu camino. Cuéntame para tí de qué se trata. Cuéntame qué sientes, qué te atrapa. Qué deseamos que fuera y no fue más. Qué diremos una vez y nunca más. Qué hay atrás. Qué arrastramos en la espalda, en la maleta.

Dime que te cuente de nosotros, como si nosotros no fuéramos nosotros. Que te hable como amigo, un tercero. Aconséjame qué hacer si estoy contigo, indícame quién eres en mi ausencia. Y pregúntame quién fui antes de tí, por tantos años. Hablaré también como una extraña. Cuéntame qué querías que fuera con ella. Pregúntame de él, de sus lecciones. Dime si es pasado o me persigue. Sácame aquel clavo como amigo. Nada puede ser sustituído.

Pero dime muchas veces que me quieres. Búscame una vez y otra y otra. Dispón de mí a quemarropa. Sin preguntar, sin pedir permiso. Sin considerar, sin ponderar avisos. Sal de tu escondite y pasea libre por la cueva. En silencio o háblame, no importa. Nada tienes que dar más que arrebato. Y aunque suena a desconsideración grosera, necesito eso y más por un buen rato.

Déjame abrazarte todo un día. Puedes pensar en lo que te dé la gana. Pero dame tu torso, tu cintura, para saciarme de tenerte entre mis brazos. De oler tus oídos, de mirar tu nuca, de sentir tus huesos afilados. Y cuando me separe, no te vayas. Quédate muy cerca y sé paciente. Verás que me sacio, que me lleno, que te dejo respirar, que te doy aire. Que no quiero tu alma para adorno, que no quiero tu cuerpo para el frío. Que no quiero hacerte mío. Que eres libre, que lo tienes todo. Que un abrazo de un día me aniquila.

Si intentas todo esto te prometo, que se irá la muchacha debilucha. Surgirá la pulpa de la opaca cáscara. Me darás cimientos, bienvenidas. Me darás el centro que no encuentro. Se irá mi lista de deseos. Se habrán todos satisfechos. Y nosotros, una vez deshechos, podremos renacer en nueva sintonía.

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